Los sobrevivientes de una tormenta de categoría 5 que mató al menos a 27 personas mientras devastaba la ciudad turística de Acapulco en México pasaron el jueves buscando conocidos y artículos de primera necesidad y esperando que la ayuda llegara rápidamente tras el paso del huracán Otis.
La tormenta del Pacífico se había fortalecido con sorprendente rapidez antes de azotar la costa la madrugada del miércoles, y el gobierno mexicano desplegó alrededor de 10.000 soldados para hacer frente a las consecuencias. Pero el equipo para retirar toneladas de barro y árboles caídos de las calles tardó en llegar.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, viajó por carretera el miércoles después de que el huracán azotara la emblemática ciudad de la costa del Pacífico de México. Al menos cuatro personas seguían desaparecidas.
López Obrador dijo que Otis había derribado todos los postes de líneas eléctricas en la zona donde golpeó el miércoles, dejando a gran parte de la ciudad de un millón de habitantes sin electricidad. El huracán aumentó de categoría en un tiempo récord, y los científicos estaban luchando por descubrir cómo y por qué no lo vieron venir.
El sistema municipal de agua de Acapulco quedó fuera de servicio y alrededor de medio millón de hogares se quedaron sin electricidad. López Obrador dijo que restablecer el suministro eléctrico era una prioridad máxima, pero el jueves por la noche todavía había 300.000 hogares y negocios sin electricidad.
Las autoridades tardaron casi todo el miércoles en reabrir parcialmente la carretera principal que conecta Acapulco con la capital del estado, Chilpancingo, y la Ciudad de México. El enlace terrestre permitió que decenas de vehículos de emergencia y camiones que transportaban suministros llegaran al puerto.
Los aeropuertos comercial y militar de Acapulco todavía estaban demasiado dañados para reanudar los vuelos, aunque López Obrador dijo que el plan era establecer un puente aéreo para trasladar recursos.
Redacción de: Karen Rodríguez
