Después de 13 años de guerra civil, las fuerzas rebeldes sirias pusieron fin al régimen de Bashar al-Assad, marcando el desenlace de cinco décadas de gobierno de la familia Assad. Este hecho reconfigura los equilibrios de poder en Oriente Medio.
La ofensiva rebelde, liderada por la coalición encabezada por Hayat Tahrir al-Sham y su comandante Ahmed al-Sharaa, conocido como Abu Mohammed al-Golani, logró en dos semanas la captura de Alepo, Hama, Homs y, finalmente, la capital, Damasco. El rápido colapso del régimen fue facilitado por la desmoralización de las fuerzas armadas sirias, la corrupción que vació los recursos militares, y la distracción de sus aliados clave, Rusia, Irán y Hezbolá, quienes enfrentan crisis en otros frentes.
Fuentes diplomáticas y de la oposición informaron que Turquía, aunque oficialmente negó haber autorizado la ofensiva, tuvo conocimiento previo de los planes. Desde principios de año, Ankara endureció su postura hacia Assad tras repetidos fracasos en las negociaciones para una solución política al conflicto. Los rebeldes aprovecharon esta situación para presentar su plan a Turquía bajo la premisa de que el camino diplomático había llegado a un callejón sin salida.
Colapso del régimen y éxodo de Assad
Bashar al-Assad, su familia y su círculo cercano huyeron a Rusia, donde Moscú les concedió asilo político. La embajada rusa en Viena confirmó que Assad se encuentra bajo la protección del Kremlin, marcando fin para un régimen que gobernó Siria desde 1970. Abu Mohammed al-Golani dirigió un discurso en la Mezquita de los Omeyas, celebrando la victoria como el inicio de una nueva era. “Este es un momento histórico no solo para Siria, sino para toda la región. Estamos escribiendo un nuevo capítulo de libertad y dignidad”, declaró.
Impacto en la región
La caída del régimen sirio altera el equilibrio de poder en Oriente Medio. Irán, que utilizaba a Siria como corredor estratégico para enviar armas a Hezbolá y otros aliados, enfrenta una grave pérdida de influencia. Además, la retirada de Hezbolá de Siria, provocada por las bajas sufridas en el conflicto con Israel y la reciente muerte de su líder, Hassan Nasrallah, dejó al régimen sin apoyo efectivo en el terreno. Rusia, otro aliado crucial de Assad, también emerge debilitada. Su enfoque en la guerra en Ucrania y la creciente falta de interés en el conflicto sirio privaron al régimen del respaldo militar necesario para resistir la ofensiva rebelde.
Por otro lado, Turquía consolida su papel como principal actor externo en Siria. Con tropas desplegadas en el norte del país y vínculos con las fuerzas rebeldes, Ankara ahora se posiciona como el principal mediador en el proceso de reconstrucción y reconciliación. Así mismo, Estados Unidos y Europa han expresado su disposición a colaborar en la reconstrucción, mientras que países árabes, aunque sorprendidos por la velocidad del colapso de Assad, también están considerando cómo redefinir sus relaciones con la nueva Siria.
Redacción de: Karen Rodríguez A.
