Alejandro Clemente González conversaba con un electricista mientras se preparaba para los servicios del fin de semana en la iglesia bautista más importante de Cuba, cuando de repente una enorme explosión sacudió el edificio y destrozó la cúpula del siglo XIX que se alzaba sobre las bancas.
El hormigón se desprendió de las paredes, la madera y el vidrio llovieron desde las ventanas cuando una explosión de gas en la puerta de al lado mató a 45 personas en el devastado Hotel Saratoga en La Habana Vieja y sus alrededores el 6 de mayo.
No sabía lo que estaba pasando”, expresó González, el administrador de la iglesia, con voz trémula mientras visitaba el santuario con los periodistas de Associated Press el miércoles. “Llamé al Señor: ‘¿Qué es esto, Señor? ¡Ayúdanos!'”
“Recordé que había una salida por la parte de atrás, y luego bajaron los hermanos que estaban en el tercer piso, nos juntamos todos, nos contamos”, y lograron escapar. Las 18 personas que habían estado adentro resultaron físicamente ilesas, aunque fueron sacudidas.
La luz del sol brilla a través de las grietas en las paredes exteriores, las ventanas están rotas, sus marcos arrancados. Los pasillos y las habitaciones del hotel destrozado son visibles por medio un hueco. Una gruesa capa de polvo gris cubre los bancos de madera oscura donde cientos se reúnen para la adoración.