La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó su plan de seguridad nacional enfocado en reducir la violencia criminal que ha azotado al país durante las últimas décadas, descartando una nueva guerra contra los cárteles de la droga. Sheinbaum, la primera mujer en liderar la nación, optará por una estrategia que prioriza la prevención y el uso de inteligencia en lugar de recurrir a la fuerza militar.
El plan marca un claro alejamiento de la ofensiva militar iniciada en 2006 bajo el mandato del expresidente Felipe Calderón, que involucró a las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico con apoyo de Estados Unidos. Desde el inicio de esa campaña, la violencia en México ha dejado más de 450.000 muertos y decenas de miles de desaparecidos. Sheinbaum afirmó que su gobierno no retomará ese enfoque, al cual se refirió como “una guerra fallida”.
Continuidad con la estrategia de AMLO
Sheinbaum ha optado por seguir la línea de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien implementó la política de “abrazos, no balazos”, centrada en abordar las causas fundamentales del crimen con políticas sociales. La presidenta reafirmó su compromiso con este enfoque, asegurando que su gobierno se centrará en la prevención del delito, la atención a las causas de la violencia, y una mayor coordinación entre las autoridades federales y locales.
Una de las piezas clave de la estrategia de Sheinbaum es el fortalecimiento de la Guardia Nacional, que seguirá bajo control militar, a pesar de las críticas por la creciente militarización de la seguridad pública. La presidenta defendió esta decisión argumentando que en muchas regiones del país no existe una policía municipal o estatal lo suficientemente fuerte y confiable para enfrentar a las organizaciones criminales.
Sheinbaum también propuso la creación de una subsecretaría de inteligencia e investigación policial dentro de la Guardia Nacional para mejorar las capacidades de investigación y respuesta a delitos de alto impacto como la extorsión y el narcotráfico.
Violencia creciente en regiones clave
La presentación del plan de seguridad de Sheinbaum llega en un momento de alta tensión en varias partes del país. En los últimos meses, el estado de Sinaloa, bastión del cártel del mismo nombre, ha visto una escalada de violencia atribuida a luchas internas entre facciones del crimen organizado, con más de 150 personas asesinadas en un mes. En Guanajuato, otro de los estados más violentos de México, se reportaron 12 homicidios apenas dos días después de que Sheinbaum asumiera la presidencia.
Además, el asesinato y decapitación del alcalde de Chilpancingo, en el violento estado sureño de Guerrero, conmocionó al país, poniendo de relieve la brutalidad con la que operan los cárteles. Guerrero, una región clave para el tráfico de drogas por vía marítima, ha sido escenario de constantes enfrentamientos entre grupos criminales.
Sheinbaum enfrenta también el reto de combatir la creciente crisis del fentanilo, una droga sintética que ha provocado decenas de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos. Los dos principales cárteles del país, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), están en el centro de esta crisis. Según la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), ambos grupos criminales compran insumos en China para fabricar fentanilo y otras drogas sintéticas, controlan laboratorios clandestinos en México y utilizan redes internacionales para distribuirlas hacia Estados Unidos.
El éxito del plan de Sheinbaum dependerá en gran medida de su capacidad para coordinar a las autoridades locales y estatales, así como de su habilidad para consolidar la Guardia Nacional y mejorar la confianza de la población en las fuerzas de seguridad. El camino hacia la pacificación de México será largo, pero la presidenta ha dejado claro que la militarización del país no será la solución.
Redacción de: Karen Rodríguez A.
