El alcalde de la ciudad más emblemática y querida de la era colonial de México, Oaxaca, hizo un llamado público desesperado a las autoridades federales para que declaren una emergencia de salud pública debido a las montañas de basura no recolectada que se acumulan en las calles empedradas de la ciudad.
Normalmente inundado de turistas y conocido por sus edificios de piedra teñidos de verde y su amplia oferta culinaria, Oaxaca quedó paralizado después de que un pueblo vecino cerrara un basurero que había recogido los desechos de la ciudad durante décadas.
Sin un lugar para llevar la basura, las autoridades de Oaxaca han tratado desesperadamente de encontrar alternativas, incluido el transporte de grandes cantidades de basura a un vertedero en el estado vecino de Puebla. Es la mayor crisis que enfrenta la ciudad que depende del turismo desde que una coalición de grupos radicales tomó el control de la ciudad durante meses en 2006.
“Claramente estamos viviendo un estado de emergencia y eso nos ha llevado hoy a tomar la decisión de pedir que se declare emergencia sanitaria”, expresó el jueves el alcalde Francisco Martínez.
La guerra de la basura se intensificó el viernes, cuando el gobernador del vecino estado de Puebla, Miguel Barbosa, indicó que no aceptaría basura de Oaxaca.
El problema comenzó en octubre, cuando Zaachila, un pueblo vecino que ha recibido la basura de Oaxaca durante décadas, se cansó y pidió a las autoridades que cerraran el vertedero allí.
Desde entonces, las autoridades de la ciudad han estado en una carrera desesperada por encontrar un nuevo sitio para tirar las toneladas de basura acumulada a lo largo de las carreteras, los camellones y los parques, incluso en la icónica plaza principal de la ciudad, el Zócalo, rodeada de restaurantes.
