El empresario Elon Musk anunció su renuncia como asesor principal del presidente Donald Trump y líder del Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), poniendo fin a una etapa breve pero turbulenta en el entorno político. Su salida fue comunicada abruptamente la noche del miércoles a través de una publicación en X, su red social, en la que agradeció al mandatario estadounidense “la oportunidad de reducir el gasto innecesario”.
La participación de Musk en el gobierno federal tuvo como eje central una ambiciosa agenda de recortes presupuestarios y reformas estructurales. Sin embargo, el multimillonario se encontró con numerosos obstáculos en el funcionamiento burocrático del gobierno, lo que terminó limitando significativamente el alcance de sus propuestas. De una meta inicial de recorte de 2 billones de dólares, solo logró concretar 1 billón, equivalente a unos 150 mil millones de dólares, según fuentes oficiales.
Durante su paso, Musk impulsó el cierre de agencias, miles de despidos y litigios legales derivados de las medidas de reestructuración. Sus esfuerzos, sin embargo, generaron una resistencia creciente dentro del propio gobierno. Diversos altos funcionarios expresaron su incomodidad con las intervenciones del empresario, que intentó reconfigurar departamentos sin una trayectoria previa en la administración pública.
Frustración con la legislación y críticas a Trump
El anuncio de su salida se produjo apenas un día después de que CBS publicara una entrevista en la que Musk expresó su decepción con el proyecto legislativo emblemático de Trump, conocido como su “gran y hermoso proyecto de ley”. Musk lo calificó como un “proyecto de gasto masivo” que socava los esfuerzos de DOGE y aumenta el déficit federal. “Un billete puede ser grande o hermoso, pero no sé si ambas cosas”, comentó.
Este distanciamiento público marcó un giro respecto a las declaraciones anteriores de Musk, quien durante meses había respaldado enfáticamente al presidente. Tras invertir al menos 250 millones de dólares en su campaña, llegó a describir a Trump como “un gran estadounidense” y se convirtió en una de las figuras privadas más visibles dentro de la administración.
En respuesta, Trump defendió su proyecto legislativo desde la Oficina Oval, alegando que se trataba de un “equilibrio político delicado” y dejando la puerta abierta a futuras modificaciones. A pesar del conflicto, la Casa Blanca confirmó oficialmente la salida de Musk, aunque evitó precisar si fue acordada o motivada por las tensiones recientes.
Por su parte, legisladores republicanos reaccionaron con posturas divididas. Mientras algunos, como el senador Ron Johnson, compartieron las preocupaciones de Musk sobre el gasto, otros, como el presidente de la Cámara Mike Johnson, optaron por agradecerle sus servicios y afirmaron que DOGE seguiría influyendo en las decisiones fiscales del Congreso.
Musk, visiblemente frustrado por la experiencia, declaró al Washington Post que “la situación de la burocracia federal es mucho peor de lo que pensaba” y anunció que reduciría su participación en actividades políticas futuras, al considerar que “ya he hecho suficiente”.
La Oficina de Administración y Presupuesto ya ha comenzado a enviar propuestas al Capitolio para rescindir ciertos gastos, incluyendo recortes a la Corporación de Radiodifusión Pública y a la asistencia exterior. Sin embargo, organismos de control como el Comité para un Presupuesto Federal Responsable estiman que el proyecto de ley impulsado por Trump podría añadir más de 3 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
Aunque aún no está claro qué efecto tendrá la salida de Musk en el proceso legislativo, su postura crítica podría reforzar a los sectores del Partido Republicano que demandan recortes más agresivos. Para muchos, su breve paso por la administración Trump quedará como un experimento de gestión empresarial en la política que, si bien ambicioso, tropezó con la realidad institucional de Washington.
Redacción de: Karen Rodríguez A.