La decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de autorizar a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance para atacar objetivos dentro de Rusia ha generado una respuesta inmediata y tajante desde Moscú, que advirtió que las consecuencias de este cambio de política podrían ser extremadamente graves. Con este giro, Washington modifica una postura cautelosa que había mantenido durante casi tres años de conflicto, temiendo una escalada directa entre la OTAN y Rusia. La nueva medida podría ser un punto de inflexión en la guerra, que en breve alcanzará los 1.000 días de enfrentamientos.
La decisión se conoció el mismo día que un misil balístico ruso con municiones en racimo impactó una zona residencial de la ciudad de Sumy, en el norte de Ucrania. El ataque dejó al menos 11 muertos, incluidos dos niños, y 84 heridos, entre ellos varios en estado grave. Esta ofensiva forma parte de una intensificación de los ataques rusos sobre zonas civiles de Ucrania, ya que en las últimas 48 horas se han reportado nuevos ataques, como el ocurrido en la ciudad portuaria de Odesa, donde misiles rusos provocaron incendios en bloques de apartamentos, matando a ocho personas y dejando al menos 18 heridos, entre ellos un niño. Los ataques con misiles, que se han vuelto una constante en la guerra, han desatado una creciente preocupación internacional por la seguridad de la población civil ucraniana.
El gobierno estadounidense flexibilizó las restricciones sobre el uso de armas suministradas a Ucrania, permitiéndole ahora atacar objetivos dentro del territorio ruso. Este cambio llega después de meses de especulación sobre si Washington finalmente permitiría que Ucrania atacara más allá de sus fronteras. Inicialmente, Estados Unidos había evitado autorizar tales ataques, en parte por el temor a que pudieran desencadenar una confrontación directa con las fuerzas rusas y potencialmente arrastrar a la OTAN a la guerra. Sin embargo, en las últimas semanas, las presiones sobre la administración Biden han aumentado, especialmente a medida que Ucrania lucha por recuperar territorio en el este y sur del país, y los informes indican que fuerzas norcoreanas han sido desplegadas en Rusia para ayudar a las tropas rusas en la región fronteriza de Kursk.
Reacciones desde Moscú y Occidente
La reacción desde Moscú ha sido inmediata y rotunda. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, hizo referencia a una declaración del presidente ruso, Vladimir Putin, quien en septiembre había advertido que permitir ataques ucranianos en suelo ruso sería un “punto de no retorno” y podría cambiar “radicalmente la naturaleza del conflicto”. Según Peskov, este tipo de medida ampliaría la implicación de los países de la OTAN, lo que podría dar lugar a un enfrentamiento directo con Rusia, con “consecuencias catastróficas”.
Los líderes rusos también expresaron su preocupación por el aumento de la escalada. Leonid Slutsky, un destacado legislador ruso, acusó a Biden de estar “poniendo fin a su mandato presidencial” con decisiones que llevarían a la humanidad hacia una “tercera guerra mundial”. Los medios de comunicación rusos respaldaron este punto de vista, con el periódico Rossiyskaya Gazeta advirtiendo que la OTAN, al respaldar a Ucrania en este aspecto, podría pronto “sufrir mucho” debido a las consecuencias imprevistas de involucrarse aún más en la guerra.
En este contexto, Moscú ha reforzado su posición bélica. En declaraciones anteriores, Putin también había insistido en que Rusia podría proveer armas de largo alcance a países aliados para atacar objetivos en territorio occidental si las potencias de la OTAN seguían suministrando armamento a Ucrania para atacar Rusia. Además, reiteró que Moscú no dudaría en usar armas nucleares si consideraba que su soberanía estaba amenazada.
Reacciones internacionales y apoyo a Ucrania
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, adoptó un tono más mesurado frente a la nueva decisión. En su discurso nocturno, Zelensky hizo referencia a los informes de medios que hablaban de la autorización de los ataques, afirmando que “los misiles hablarán por sí solos”, en una clara indicación de que Ucrania no anunciaría públicamente sus ofensivas antes de lanzarlas. El líder ucraniano agradeció el apoyo estadounidense, pero subrayó que la guerra en su país debe seguir siendo decidida sobre el terreno, no solo en los pasillos de las negociaciones.
Por su parte, algunos aliados de la OTAN expresaron su apoyo al cambio de política. El ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, destacó que aún no estaba celebrando el cambio, pues no se conocían todos los detalles de las nuevas directrices, aunque subrayó que el apoyo militar a Ucrania es crucial para asegurar la victoria. En la misma línea, Margus Tsahkna, ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, consideró que eliminar las restricciones a Ucrania era un paso positivo, pues creía que la situación en el campo de batalla era más crítica que en meses anteriores y que, a su juicio, no debía haber limitaciones al apoyo militar.
Sin embargo, otros funcionarios occidentales, especialmente en países como Alemania, Francia y España, siguen siendo cautelosos, instando a una estrategia más moderada para evitar una mayor escalada. En Bruselas, los diplomáticos de la Unión Europea debatieron intensamente sobre el impacto de esta decisión, subrayando que la flexibilidad sobre el uso de armas no garantiza una victoria inmediata y podría complicar aún más las conversaciones de paz.
La noticia también se produce en un contexto político incierto. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien asumirá el cargo en enero, ha generado dudas sobre el futuro del apoyo estadounidense a Ucrania. Aunque Trump ha prometido poner fin rápidamente a la guerra, su postura sobre el suministro de armas sigue siendo ambigua. Algunos analistas temen que la llegada de Trump al poder pueda significar un recorte significativo de la ayuda militar a Ucrania, lo que dejaría a Kiev vulnerable ante la superioridad militar rusa.
A medida que la guerra en Ucrania se adentra en su tercer año, el conflicto sigue siendo impredecible. Mientras los enfrentamientos continúan en el este de Ucrania, las fuerzas rusas están ganando terreno en la región de Donetsk, y las tropas ucranianas siguen luchando para recuperar posiciones clave. El levantamiento de las restricciones a las armas de largo alcance podría cambiar el curso de la guerra, pero también aumenta el riesgo de una escalada más amplia, lo que deja al mundo en un constante estado de tensión.
Redacción de: Karen Rodríguez A.