Las proyecciones del Banco Interamericano de Desarrollo revelan un hito histórico para la región de América Latina y el Caribe, con un flujo récord de remesas que alcanzarán los 155.000 millones de dólares durante el año en curso. Este aumento del 9,5% respecto a los 142.000 millones recibidos en 2022 representa 15 años consecutivos de crecimiento ininterrumpido, impulsado principalmente por cientos de miles de inmigrantes que envían dinero desde Estados Unidos para apoyar a sus familias en la región.
Estas remesas, que equivalen al 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) regional, han superado incluso la inversión directa extranjera en la región, exceptuando a Brasil. En países como Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, estas transferencias representan porcentajes significativos del PIB, alcanzando hasta un 30% en algunos casos.
Sin embargo, este récord de remesas llega en un momento de desafíos económicos para la región, con una desaceleración generalizada y proyecciones de crecimiento modesto. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima un crecimiento del 1,7% para este año y del 1,5% para el próximo, cifras que reflejan las dificultades para reducir la pobreza y crear empleos.
A pesar de ello, el impacto social y económico de estas remesas es notable. Aunque en Sudamérica su efecto en el PIB sea menor, el Banco Interamericano de Desarrollo enfatiza que estos flujos benefician a millones de familias de bajos ingresos, previniendo que caigan en niveles más severos de pobreza.
Estados Unidos se posiciona como el principal país desde el que se envían estas remesas, representando el 60% del total. El incremento en el volumen podría atribuirse, en parte, al aumento en la tasa de empleo de los migrantes en EE. UU., que alcanzó el 95,1% en 2023, junto con mejoras en los ingresos de aquellos que envían dinero, con un salario semanal promedio de 860 dólares, según el BID.
México, por su parte, recibirá un récord de más de 64.000 millones de dólares en remesas durante 2023, un incremento del 10% en comparación con el año anterior. Estas remesas, que representan el 42% del total de la región, equivalen al 4% del PIB del país, aunque la apreciación del peso mexicano ha reducido el poder adquisitivo de estas transferencias en un 18,9%.
El flujo constante de remesas se presenta como un salvavidas económico para muchas familias en la región, en un contexto de desafíos económicos persistentes y crecientes tensiones sociales.
Redacción de: Karen Rodríguez