El pasado 21 de marzo, Afganistán y Pakistán vivieron un fuerte sismo, que según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), la magnitud de dicho fenómeno fue de 6,5 grados.
Dos días antes, el 19 de marzo, un fuerte sismo se presentó en el sur de Ecuador, dejando hasta el momento 14 muertos, 318 heridos y daños en edificaciones. Su magnitud fue de 6,5 y alcanzó a sentirse en varias regiones de Perú.
El 15 de febrero, un terremoto de magnitud 7,0 sacudió las Islas Kermadec, un archipiélago situado en el norte de Nueva Zelanda, que tuvo una alerta de tsunami.
El 10 de marzo, Colombia presentó un movimiento telúrico con una magnitud de 5,9 grados con un epicentro en Santander, exactamente en La Mesa de los Santos, punto considerado como un nido sísmico en el mundo.
El movimiento más fuerte se presentó el pasado 6 de febrero, un terremoto de 7,8 grados sacudió a Turquía y Siria, dejando más de 50.000 personas fallecidas.
Según los expertos, los temblores o terremotos ocurren debido a la actividad sísmica que se produce en la corteza terrestre. Actividad que se debe a la energía acumulada en las placas tectónicas que se encuentran en constante movimiento. Cuando estas se desplazan, se produce una liberación repentina de energía que se propaga a través de la tierra en forma de ondas sísmicas, lo que provoca que se sienta el movimiento de la tierra.
Gonzalo Duque Escobar, director del Observatorio Astronómico de Manizales – Colombia, no está temblando más. “Lo que está ocurriendo es que las ciudades grandes están sufriendo la consecuencia de eventos de largo aliento. Es decir, cuando hablamos de sismos de importancia, el periodo de retorno de esos sismo supera los 500 años y en 500 años un poblado pequeño se puede volver una ciudad más grande”, explica.
Según Duque, nuestro planeta está sufriendo las consecuencias de eventos con periodos de retorno largos, “cuando ocurre un sismo, en ese mismo lugar, hay un periodo de retorno de 500 años, mientras que alrededor se pueden presentar sismos cada 30 o 50 años (…) Lo que pasa es que donde tenemos poblados hoy en día, un sismo que se presentó hace 500 años no encontró una ciudad tan grande como hoy en día”.
Otra teoría de expertos internacionales apunta a que el aumento del nivel del mar puede afectar la carga sobre las placas tectónicas, lo que también puede provocar actividad sísmica. Y lo cierto es que el derretimiento de hielo en el mundo ha alcanzado niveles máximos históricos. Por otro lado, el aumento de la actividad humana en áreas sísmicas, como construcción de edificios, extracción de recursos, entre otras, pueden causar un aumento de la actividad sísmica.
Redacción de: Daniel Cetina