Con el 55,87% de los votos, el candidato progresista de 35 años, Gabriel Boric se convierte en el nuevo presidente de Chile, tras derrotar a su oponente, José Antonio Kast, en la segunda vuelta, quién obtuvo el 44,13% de los votos.
El triunfo de Boric es la entrada al país de una generación muy joven, que se ha forjado (aparentemente) en el calor de las luchas por las demandas sociales de las revueltas de 2011 y 2019. Kast se apresuró a reconocer la victoria electoral de su rival. “Desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva. Chile siempre está primero”, expresó el líder ultraconservador.
Para muchos, la victoria de Boric viene cargada con hitos fundamentales en el país, iniciando con que más de 8,3 millones de personas, el 55% del censo nacional, el mayor porcentaje desde que se implantó el voto voluntario en 2012, y ocho puntos más que en la primera vuelta del 21 de noviembre, salieron a votar; hasta ahora, ha sido el único candidato en ganar después de salir segundo en el primer turno; sin mencionar que, cuando jure como presidente el 11 de marzo, tendrá 36 años y se convertirá en el más joven en ponerse la banda en la historia del país.
Boric ha ganado las elecciones con promesas de cambios profundos y estructurales; las mismas de la calle alzada, aquella que reconoce el crecimiento de la economía chilena, la caída estrepitosa de la pobreza y el aumento inusitado del consumo durante la transición. Apenas confirmado su triunfo, Boric cumplió con una vieja tradición de la democracia chilena, que dice que el presidente saliente y el electo dialogan para intercambiar felicitaciones. “Me parece importante respetar las tradiciones republicanas, me ha llamado Kast, y eso habla muy bien de Chile”, dijo Boric.
Uno de los primeros desafíos del presidente electo chileno será intentar despejar la incertidumbre económica y calmar a los ciudadanos; por lo que se espera que Boric nombre pronto a quien liderará el Ministerio de Hacienda, aún cuando no es el curso normal en el país, donde el presidente nombre a los gabinetes, pero en el caso de boric, nombrar la jefatura será una señal sobre cómo será su administración. De igual forma, deberá lidiar con las altas expectativas ciudadanas que se han generado a partir de su liderazgo, en asuntos como las deudas bancarias contraídas por estudios superiores y las pensiones.
Así mismo, y con la llegada de la izquierda al Gobierno, otro de los asuntos que pondrá a prueba el talento político de Boric será el destino de la convención constitucional, que trabaja hasta julio en un nuevo texto que deberá aprobarse en un plebiscito; pero, quizá, el mayor desafío del presidente electo será recomponer el clima político y social de Chile, altamente polarizado luego de esta campaña presidencial donde se enfrentó el más izquierdista desde Salvador Allende y el más derechista desde Augusto Pinochet.