Miles de personas han comenzado a regresar al Líbano desde Siria, aprovechando el alto el fuego entre Hezbolá e Israel que puso fin a 14 meses de intensos combates. En el segundo día de la tregua, miles de familias cruzaron la frontera, muchas de ellas cargando pocas pertenencias y enfrentando la incertidumbre de lo que encontrarán en su regreso.
En el paso fronterizo de Jousieh, en la región siria de Qusair, los cuatro carriles destinados al cruce hacia el Líbano estaban congestionados con vehículos repletos de familias. En contraste, los que deseaban entrar en Siria debían tomar rutas improvisadas debido a los daños ocasionados por los ataques aéreos israelíes. Actualmente, solo dos de los seis pasos fronterizos entre ambos países permanecen operativos tras meses de conflicto.
Éxodo inverso tras un año de desplazamiento
Durante el último año, más de 600.000 libaneses huyeron hacia Siria, escapando de los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá, un flujo que contrasta con la migración habitual en sentido contrario, ya que el Líbano alberga a más de un millón de refugiados sirios desde que comenzó la guerra civil en Siria en 2011.
El alto el fuego, que entró en vigor el miércoles, ha permitido que muchos libaneses comiencen a regresar a sus hogares, aunque muchos de ellos se enfrentan a la dura realidad de casas destruidas y comunidades devastadas.
Según funcionarios sirios en la frontera de Jousieh, más de 2.000 personas cruzaron al Líbano el primer día del alto el fuego, y la cifra superó las 4.000 el jueves. Las largas filas en los puestos fronterizos reflejan el deseo masivo de regresar, pese a las dificultades y la incertidumbre que enfrentan.
Con vehículos cargados de maletas, colchones y mantas, y niños envueltos en ropa de abrigo, los repatriados hacen fila para obtener los sellos necesarios en sus documentos. Muchos permanecen sentados sobre sus pertenencias mientras esperan el permiso para cruzar.
El futuro tras la tregua
Aunque el alto el fuego ha traído alivio temporal, el regreso de miles de libaneses plantea grandes desafíos. Muchos no tienen un hogar al que regresar, mientras que otros enfrentan la tarea de reconstruir sus vidas en un país devastado por el conflicto. El futuro de la tregua también es incierto, ya que las tensiones entre Israel y Hezbolá persisten. Sin embargo, para los que cruzan la frontera, la esperanza de regresar a casa, aunque sea entre escombros, es un pequeño rayo de luz tras meses de incertidumbre y dolor.
Redacción de: Karen Rodríguez A.
