La represión en Honduras contra las pandillas en las cárceles del país es inquietantemente similar a la llevada a cabo el año pasado en el vecino El Salvador por el presidente Nayib Bukele.
Al igual que las autoridades de El Salvador, la policía de Honduras, que inició redadas en las prisiones, ha distribuido videos dramáticos de presos tatuados, aunque sus videos han carecido de los hábiles valores de producción y el conocimiento de los medios de Bukele.
El comisionado de policía retirado, Henry Osorto, señaló que se trataría del mismo fenómeno y destacó que “se están violando las normas y los tratados internacionales”.
Grupos de derechos en Honduras citaron aparentes abusos cuando los presos fueron obligados a sentarse con las piernas separadas, medio desnudos y acurrucados unos contra otros en los patios abiertos de la prisión y como lo hicieron en El Salvador, los funcionarios de Honduras restaron importancia a las críticas con enojo, diciendo que las pandillas callejeras abusaban más de los civiles.
Por su parte, el comandante de la policía militar hondureña, Ramiro Muñoz, señaló que “Estos delincuentes violan los derechos humanos de las personas, matan, secuestran y extorsionan, ¿quién defiende esos derechos?”.
Las declaraciones fueron similares a la desestimación de Bukele de las quejas de los grupos de derechos humanos sobre la represión en las prisiones de El Salvador en 2022, cuando se jactó de que los reclusos “dormían en el piso y comían dos comidas al día” después de que les quitó los colchones, redujo los suministros de alimentos, suspendió las visitas y el servicio de internet en prisiones.
La presidenta hondureña, Xiomara Castro, ha decretado estado de emergencia en algunas provincias y ha desplegado soldados para patrullar las calles.
Redacción de: Karen Rodríguez
