En una ceremonia histórica celebrada en el Capitolio federal, el Congreso de Estados Unidos otorgó la Medalla de Oro, su máximo honor, a cuatro mujeres afroamericanas que desempeñaron un papel crucial en la carrera espacial: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson y Christine Darden. Estas científicas, cuyas contribuciones fueron vitales para el éxito de las misiones espaciales de la NASA, fueron reconocidas por su dedicación y esfuerzo, muchas veces bajo circunstancias de segregación racial.
Katherine Johnson, cuyos cálculos matemáticos permitieron a John Glenn convertirse en el primer estadounidense en orbitar la Tierra en 1962, fue galardonada póstumamente. Su trabajo, realizado a mano en una era anterior a las computadoras digitales, fue clave para asegurar el éxito de varias misiones espaciales. Johnson ya había sido condecorada con la Medalla Presidencial de la Libertad en 2015.
Un legado oculto pero decisivo
Las otras homenajeadas, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, también hicieron historia en sus propios campos. Vaughan fue la primera supervisora negra de la NASA, rompiendo barreras en una época marcada por la segregación racial. Mary Jackson, por su parte, se convirtió en la primera ingeniera negra de la NASA, y su trabajo ayudó a avanzar en el diseño de aviones y naves espaciales en el Centro de Investigación Langley.
Christine Darden, la única de las cuatro que sigue viva, observó la ceremonia desde su residencia en Connecticut. Darden es conocida por su investigación en explosiones sónicas, un campo que ayudó a mejorar la comprensión y control de las ondas de choque que ocurren cuando un objeto rompe la barrera del sonido.
Durante el evento, también se presentó una medalla para todas las mujeres que trabajaron como matemáticas, ingenieras y “computadoras humanas” en el programa espacial estadounidense entre las décadas de 1930 y 1970, muchas de las cuales permanecieron invisibles a lo largo de los años, a pesar de su trabajo crucial.
Los logros de estas mujeres van más allá de las matemáticas y la ingeniería. Fueron pioneras en la lucha por los derechos civiles y la igualdad de género en una época en la que tanto el racismo como el sexismo estaban arraigados en la sociedad y en instituciones como la NASA.
El reconocimiento con la Medalla de Oro del Congreso no solo honra a estas cuatro mujeres, sino a todas las que trabajaron como “computadoras humanas”, ingenieras y matemáticas, ayudando a Estados Unidos a lograr hitos históricos en la exploración espacial. La NASA ha reconocido oficialmente sus contribuciones, nombrando en su honor instalaciones y becas, pero este premio representa el reconocimiento más alto del gobierno.
Redacción de: Karen Rodríguez A.