El Partido Laborista británico parecía dirigirse hacia una victoria contundente en una reciente elección parlamentaria, según una encuesta a la salida de los colegios electorales. Los votantes castigaron a los conservadores gobernantes tras 14 años de agitación económica y política.
La encuesta, publicada momentos después del cierre de las votaciones, sugirió que el líder del Partido Laborista de centroizquierda, Keir Starmer, será el próximo primer ministro del país. Starmer enfrentará a un electorado impaciente por el cambio en un contexto de malestar económico, creciente desconfianza en las instituciones y un tejido social desgastado.
Mientras miles de funcionarios electorales contaban millones de papeletas en centros de recuento de todo el país, los conservadores enfrentaban el impacto de una derrota histórica que podría dejar al partido debilitado y en desorden. Se prevé que esto desencadene una contienda para reemplazar al primer ministro Rishi Sunak como líder.
Aunque el resultado parece ir en contra de los recientes giros electorales hacia la derecha en Europa, muchas de esas mismas corrientes populistas subyacentes fluyen en Gran Bretaña. El líder reformista del Reino Unido, Nigel Farage, ha enturbiado la carrera con el sentimiento antiinmigrante de su partido, socavando el apoyo a los conservadores.
Según la encuesta a boca de urna, el Partido Laborista está en camino de ganar unos 410 escaños de los 650 de la Cámara de los Comunes, mientras que los conservadores obtendrían 131. Sería la menor cantidad de escaños para los conservadores en casi dos siglos de historia, dejándolos en un estado de confusión.
En una muestra del estado de ánimo volátil del público y del enojo con el sistema, algunos partidos más pequeños parecieron haber tenido buenos resultados, incluidos los centristas Liberal Demócratas y Reform UK. Una incógnita clave es si el partido de extrema derecha de Farage podría convertir su éxito en captar la atención en más de un puñado de escaños en el Parlamento.
Contexto político
Gran Bretaña ha vivido años turbulentos que han dejado a muchos votantes pesimistas sobre el futuro del país. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania golpearon la economía, mientras que las fiestas que rompieron las medidas de confinamiento organizadas por el entonces primer ministro Boris Johnson provocaron enojo generalizado.
El Partido Laborista no ha acelerado el pulso con sus promesas de hacer crecer la economía estancada, invertir en infraestructura y hacer de Gran Bretaña una “superpotencia de energía limpia”. Sin embargo, ha obtenido el apoyo de amplios sectores de la comunidad empresarial y el respaldo de periódicos tradicionalmente conservadores, incluido el tabloide Sun, propiedad de Rupert Murdoch.
Mientras tanto, los conservadores se han visto plagados de controversias. La campaña tuvo un comienzo desfavorable y varios conservadores cercanos a Sunak están siendo investigados por sospechas de uso de información privilegiada para realizar apuestas sobre la fecha de las elecciones antes de su anuncio.
Sunak ha tenido dificultades para sacudirse de encima la mancha del caos político y la mala gestión que se ha acumulado en torno a los conservadores. Para muchos votantes, la falta de confianza se aplica no sólo al partido gobernante, sino a los políticos en general.
Redacción de: Karen Rodríguez A.
