Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open ha demostrado que la dieta mediterránea contribuye significativamente a la reducción del riesgo de diversos tipos de cáncer, incluyendo el de próstata, colorrectal y de cuello uterino. Además, se ha identificado una disminución del 17% en el riesgo de mortalidad por cáncer en mujeres que siguen este régimen alimenticio.
Este tipo de alimentación, caracterizada por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y aceite de oliva virgen extra, ha sido reconocido por sus beneficios en la salud metabólica y la reducción de la inflamación, factores clave en la prevención del cáncer. La ingesta de carnes rojas se limita en este modelo alimenticio, mientras que el pescado azul y los frutos secos son promovidos por su contenido en ácidos grasos esenciales.
El estudio, basado en datos de más de 450.000 personas que participaron en la investigación europea EPIC, concluyó que quienes adoptan la dieta mediterránea de manera estricta tienen un 6% menos de riesgo de padecer cánceres relacionados con la obesidad en comparación con quienes no la siguen de manera rigurosa. La obesidad es un factor determinante en el desarrollo de enfermedades crónicas, entre ellas diversos tipos de cáncer, lo que refuerza la importancia de una alimentación equilibrada.
Otros beneficios de la dieta mediterránea
Además de la reducción del riesgo de cáncer, la dieta mediterránea ha sido ampliamente reconocida por su efectividad en la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y trastornos metabólicos. Su alto contenido en fibra y antioxidantes favorece un microbioma intestinal saludable y disminuye los daños oxidativos en el organismo, lo que contribuye al mantenimiento de un sistema inmunológico fuerte.
El estudio también reveló que, si bien la adhesión rigurosa a este patrón alimenticio genera mayores beneficios, incluso la incorporación parcial de sus principios puede tener un impacto positivo en la salud. Por ello, se recomienda que las personas interesadas en mejorar su alimentación comiencen incorporando progresivamente más alimentos naturales y minimizando el consumo de productos ultraprocesados.
El impacto de la dieta mediterránea trasciende la salud individual, ya que su promoción como un modelo alimentario sostenible y accesible podría traducirse en una reducción significativa de la incidencia de cáncer a nivel global.
Redacción de: Karen Rodríguez A.
