Sri Lanka, país insular asiático, vive una grave crisis política y económica. El pasado viernes, el gobierno decretó estado de emergencia, sin embargo, la población desesperada, se arriesga a continuar protestando, aun sin sus garantías constitucionales respetadas.
Para el mandatario Gotabhaya Rajapaksa, los acontecimientos recientes de emergencia pública, requerían que se otorgara amplios poderes a los servicios de seguridad para poder detener a los sospechosos.
Los manifestantes, exigen la renuncia del presidente y lo responsabilizan, junto a su gabinete de la profunda crisis que atraviesa el país. La impaciencia de la población, es consecuencia directa del aumento vertiginoso de los precios y de la grave escasez de alimentos, medicamentos, gas y combustibles.
Para empeorar, el gabinete en pleno renunció, con excepción del hermano del presidente. Ahora, Rajapaksa como una forma de calmar los ánimos, ha propuesto a la oposición formar parte del gobierno. Está a la espera de una respuesta positiva.
Por su parte, los líderes de la oposición han criticado duramente al presidente y a su hermano que es el primer ministro. Los sindican como responsables de la crisis económica, que derivó en una inestabilidad política.
A pesar del gigantesco número de participantes en las manifestaciones, éstas fueron controladas por las fuerzas del orden. La policía y el ejército, armados con fusiles de asalto automáticos, detuvieron a más de 600 personas.
Finalmente, el gobierno ordenó el bloqueo de las señales de las principales redes sociales. Según las autoridades, esta medida busca combatir la desinformación y lo que ellos denominaron, hechos de violencia y de odio.
Redacción de: J.Bendezu, LJI Reporter