Cientos de agentes de policía de Kenia llegaron a la capital haitiana, Puerto Príncipe, como parte de una misión respaldada por la ONU para enfrentar el aumento de la violencia de las pandillas. Este despliegue, que se produce casi dos años después de que Haití solicitara ayuda urgente, marca la cuarta gran intervención militar extranjera en el país.
El aeropuerto internacional de Puerto Príncipe reabrió en mayo después de casi tres meses de cierre debido a la violencia. Los agentes kenianos se enfrentarán a pandillas que controlan el 80% de la capital y han dejado a más de 580.000 personas sin hogar mientras saquean barrios en su lucha por el control territorial. Las pandillas también han matado a varios miles de personas en los últimos años.
Reacciones y desafíos
Aunque algunos haitianos dan la bienvenida a la intervención, otros la ven con cautela debido a experiencias pasadas con misiones extranjeras, como la misión de paz de la ONU entre 2004 y 2017, que estuvo marcada por acusaciones de agresión sexual y la introducción del cólera, que mató a casi 10.000 personas.
Romain Le Cour, de la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, instó a la transparencia sobre los detalles de la misión, incluyendo las reglas de enfrentamiento y el concepto de operación.
El Primer Ministro Garry Conille agradeció a Kenia su solidaridad y enfatizó la necesidad de retomar el control del país. Conille indicó que los kenianos serían desplegados en los próximos días, aunque no proporcionó detalles específicos. Monica Juma, asesora de seguridad nacional del presidente de Kenia, afirmó que los kenianos servirán como agentes de paz y estabilidad.
El despliegue ocurre cuatro meses después de que las pandillas lanzaran ataques coordinados contra infraestructura gubernamental en Haití, incluyendo la toma de comisarías, ataques al aeropuerto internacional y la liberación de más de 4.000 reclusos de las prisiones más grandes del país.
La violencia de las pandillas ha afectado gravemente la vida cotidiana de los haitianos. Orgline Bossicot, una mujer de 47 años que vende zanahorias y carbón, expresó su esperanza de que la policía keniana pueda mejorar la situación de seguridad.
Los retrasos en el despliegue de la fuerza extranjera se debieron a desafíos legales en Kenia y la agitación política en Haití. El ex primer ministro Ariel Henry renunció en abril cuando aumentó la violencia, y un consejo presidencial de transición eligió a Conille como nuevo primer ministro en junio.
La reacción de las pandillas a la misión es incierta. Algunos podrían luchar, mientras que otros podrían buscar negociar con el gobierno haitiano, según Le Cour. Jimmy Cherizier, líder de la poderosa federación de pandillas G9, llamó al diálogo en un reciente video.
El presidente Joe Biden elogió la misión, afirmando que brindará alivio al pueblo haitiano, aunque señaló que los objetivos no se lograrán de la noche a la mañana. Grupos de derechos humanos han cuestionado el uso de la policía keniana debido a acusaciones de abusos, incluidas ejecuciones extrajudiciales.
La misión incluirá a policías de otros países, totalizando 2.500 agentes, con un costo anual de 600 millones de dólares. Hasta ahora, el fondo administrado por la ONU ha recibido 18 millones de dólares en contribuciones de Canadá, Francia y Estados Unidos, que también ha prometido 300 millones de dólares en apoyo.
La situación de seguridad en Haití sigue siendo grave, con más de 2.500 personas muertas o heridas en los primeros tres meses de este año. Haitianos como Jannette Oville, una madre que vende cultivos, viven con miedo constante debido a la violencia de las pandillas. La ONU estima que 1,6 millones de haitianos están al borde de la hambruna, la cifra más alta registrada desde el devastador terremoto de 2010.
Redacción de: Karen Rodríguez A.