Los defensores del control de armas y los alcaldes de varias grandes ciudades canadienses dan la bienvenida a la congelación propuesta por el gobierno federal de la venta y transferencia de armas de fuego, una característica central de la nueva legislación sobre armas de fuego que del mismo modo está enfureciendo a algunos propietarios de armas.
La congelación fue una adición inesperada al nuevo proyecto de ley C-21, que busca quitarles las armas y las licencias de armas de fuego a los abusadores domésticos y tomar medidas enérgicas contra el contrabando y tráfico de armas.
Al respecto Nathalie Provost, sobreviviente del tiroteo masivo de 1989 en Polytechnique dijo en un comunicado compartido por el destacado grupo de defensa PolySeSouvient que “Estas son medidas sustanciales, efectivas, populares e históricas que llevarán a Canadá en la dirección correcta”.
Los liberales habían prometido previamente apoyar a las provincias y territorios que querían perseguir una prohibición total, que según los defensores del control de armas crearía un mosaico de reglas ineficaces en todo el país.
Según la nueva legislación, a los propietarios de armas de fuego existentes se les permitiría conservar sus armas de fuego, no obstante, solo se les permitiría venderlas o transferirlas a empresas y eximir a las personas, principalmente a los portadores de bienes valiosos y a los tiradores deportivos.
El proyecto de ley no prohibiría las armas de fuego, sino que buscaría limitar el número que ya existe en Canadá.