Las autoridades de Argentina y Paraguay intentan aclarar el misterio del tamaño de un jumbo jet que rodea a un avión de carga con tripulación iraní y venezolana que ha estado en tierra en las afueras de Buenos Aires durante más de dos semanas.
Los fiscales de los dos países sudamericanos iniciaron investigaciones para determinar si los miembros de la tripulación, 14 venezolanos y cinco iraníes, tienen vínculos con el terrorismo internacional u otras actividades ilícitas.
Cecilia Incardona, la fiscal que lleva el caso en Argentina, centra sus investigaciones en el piloto iraní, Gholamreza Ghasemi, y sus posibles vínculos con el terrorismo internacional.
El FBI señaló en un informe al juez federal argentino Federico Villena, quien está a cargo del caso, que Ghasemi es el director ejecutivo de Qeshm Fars Air, que según el Departamento del Tesoro de EE. UU. brinda apoyo material a la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán y a la aerolínea iraní Mahan Air, de acuerdo con un documento emitido por la oficina de Incardona esta semana.
Durante la investigación preliminar del avión, “han surgido numerosos rastros que hacen necesario avanzar en la investigación” de Ghasemi, el resto de la tripulación del avión y su carga, explicó Incardona en el documento.
Incardona agregó que las “circunstancias irregulares” que rodearon al avión generaron la necesidad de investigar “si el verdadero objetivo de la llegada del avión a nuestro país era exclusivamente para transportar autopartes” o si realmente se trataba de “preparación para proveer bienes o dinero que podría ser utilizado para la actividad terrorista, su financiación u organización”.
El avión es operado por la línea estatal de Venezuela Emtrasur, una subsidiaria de Conviasa, que está bajo sanciones de Estados Unidos.
Antes de que se vendiera a Emtrasur hace un año, el avión era propiedad de Mahan Air de Irán, que el gobierno de EE. UU. ha sancionado por supuestamente ayudar a la Fuerza Quds y actividades terroristas.