El gigante asiático busca reducir el consumo de energías no renovables.
Desde 2018, China ha invertido cientos de millones de dólares en plantas solares y confía convertir al país en los años subsiguientes en un consumidor total de este tipo de energía. La capacidad energética en solo seis años ha llegado a 145 gigavatios, mientras nueve de las diez plantas solares más grandes del mundo se encuentran en sus fronteras.
La granja solar instalada en las montañas de Taihang, al sureste de China, permitirá reducir cientos de miles de toneladas de dióxido de carbono al año, en lo que supone un esfuerzo sin precedente por impulsar políticas de energía renovable.
En un nuevo informe, el Gobierno de la nación asiática, aseguró que la granja solar de Taihang es capaz de reducir hasta 251 mil toneladas métricas de dióxido de carbono cada año.
El Gobierno de China ha desarrollado desde hace años una industria de energía renovable, y su objetivo principal es que esta pueda mantenerse por si sola, sin generar gastos adicionales en el presupuesto nacional.
“China redujo a la mitad el presupuesto de subsidios de este año para la construcción de nuevas plantas de energía solar y concluirá también con las donaciones para los nuevos parques eólicos marinos”, dijo un funcionario gubernamental. “Es un esfuerzo para aliviar la presión sobre el presupuesto del gobierno central”, agregó.
El proyecto, además de colaborar con la reducción de gases contaminantes, permitirá distribuir energía de forma económica a las zonas que desde hace años dependen de la generosidad de Pekín, y de las costosas fuentes energéticas derivadas del carbón y del gas natural.