Con la muerte de Benedicto XVI, el primer papa que renunció a su cargo en seis siglos de historia, el Vaticano tuvo que idear una capilla ardiente y un funeral para el que no existía un protocolo y que resultó algo diferente del de sus antecesores.
El funeral del papa emérito, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 95 años de edad, tuvo lugar este jueves en la plaza de San Pedro y estuvo presidido por el papa Francisco, sin embargo, oficiado en el altar por el cardenal Giovanni Battista Re.
Al histórico evento se calculaba la presencia de más de 400 obispos, 4.000 sacerdotes y 1.000 periodistas para un funeral que fue casi en su totalidad como el de los papas “reinantes”, a excepción de algunos pequeños detalles debido a la condición de emérito de Benedicto XVI en el momento de la muerte. Además, unas 50.000 personas asistieron a la plaza de San Pedro.
En la ceremonia participaron dos delegaciones oficiales, de Italia y Alemania, país natal del difunto, aunque también acudieron autoridades de otros países pero a título personal al no tratarse de un funeral de Estado. Entre estás estuvieron el rey Felipe de Bélgica y su consorte Matilde, el ministro de Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva Durán, entre otros.