La relación entre las comunidades aborígenes y las autoridades policiales de Columbia Británica, es conflictiva, desde hace algún tiempo. Al punto de ser una amenaza para el proceso de reconciliación que se lleva a cabo.
En la ciudad de Vancouver, se intentaba mediar un hecho que había alarmado a la población local, dos policías habían arrestado y esposado a un hombre y a su nieta de doce años. Este hecho, generó indignación y repulsa y se esperaba un pedido de disculpas en una ceremonia de la Primera Nación Heitsuk en Bella Bella.
Los policías implicados en el caso, no se presentaron a la ceremonia indígena dedicada a la curación de eventos traumáticos, lo que desde luego, desencadenó una serie de acusaciones de racismo sistémico, contra el departamento de policía de Vancouver. La reacción de los líderes indígenas fue de extrema indignación.
En un gesto cargado de simbolismo, el jefe hereditario Frank Brown, devolvió el regalo recibido de manos del jefe de la policía de Vancouver, Adam Palmer. Brown, les dijo a Palmer y a los miembros de la Junta de Policía de Vancouver, presentes en el evento, que no podían aceptar un recuerdo de una organización que tolera el racismo y no responsabiliza a las personas por sus acciones.
El líder indígena, atribuyó las tensiones durante la ceremonia a la ausencia de los dos policías involucrados en la prisión de Maxwell Johnson. Lo acordado, era que ellos asistieran y se disculparan con la familia del arrestado, para ayudarlos a superar el trauma. Como no se cumplió esa condición, la denuncia de Johnson, contra la Junta de la Policía de Vancouver por irrespeto a los derechos humanos, continuará.
Redacción de: J.Bendezu, LJI Reporter