El expresidente Evo Morales inició el martes una marcha de siete días con miles de seguidores en protesta contra el presidente de Bolivia, Luis Arce. La movilización, denominada la “Marcha para salvar Bolivia”, partió desde Caracollo, en el altiplano boliviano, y recorrerá casi 200 kilómetros hasta La Paz, donde esperan llegar el próximo lunes. Morales acusa a Arce de traicionar los principios del Movimiento al Socialismo (MAS) y de mala gestión, mientras el gobierno de Arce lo señala como un intento de desestabilización y “golpe de Estado”.
La fractura dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) se ha intensificado en los últimos dos años, con una creciente disputa por el liderazgo entre Morales y Arce. Morales, que fue extremadamente popular durante su mandato, ha visto cómo sus intentos de regresar al poder han sido bloqueados por los tribunales, lo que ha exacerbado el conflicto interno del partido. El gobierno de Arce, por su parte, enfrenta críticas no solo por parte de los seguidores de Morales, sino también de sectores de la sociedad que señalan la crisis económica del país.
Protestas, bloqueos y amenazas de violencia
La marcha, que comenzó con una ceremonia en la que los manifestantes pidieron la bendición de la Pachamama (Madre Tierra), ha reunido a más de 5.000 personas, incluidos indígenas y sectores campesinos. Al grito de “El pueblo está enojado”, los manifestantes ondearon banderas bolivianas, del MAS y wiphalas, símbolo de los pueblos indígenas andinos, mientras avanzan hacia La Paz con la intención de presionar al gobierno para que atienda la inflación, la escasez de dólares y los problemas de combustible que afectan al país.
Bolivia atraviesa una situación difícil, marcada por la escasez de dólares, la inflación y la intermitencia en la distribución de combustibles. Morales y sus seguidores culpan a Arce por no haber resuelto estos problemas, mientras que el presidente acusa a Morales de haber saboteado su gestión al paralizar la aprobación de créditos externos por más de mil millones de dólares, que habrían ayudado a mitigar la crisis.
El conflicto ha escalado con bloqueos de carreteras en varias zonas del altiplano boliviano, especialmente en la ruta hacia el lago Titicaca, un importante destino turístico, donde militantes leales a Morales han cerrado caminos. Uno de los grupos radicales, los Ponchos Rojos, advirtió que están dispuestos a defender sus protestas ante cualquier intento de intervención policial. La situación es tensa, ya que sectores afines a Arce también han comenzado a organizar contramovilizaciones en la localidad de Vila Vila, a 165 kilómetros de La Paz, aumentando el riesgo de enfrentamientos entre ambas facciones.
El gobierno de Arce ha advertido que usará la Constitución y la ley para evitar la desestabilización del país, mientras que Morales sigue movilizando a sus seguidores con la promesa de “salvar Bolivia” y recuperar el poder.
Redacción de: Karen Rodríguez A.