Beijing se quejó, sin embargo, se tragó su irritación en 1997 cuando el entonces presidente Newt Gingrich de la Cámara de Representantes de Estados Unidos visitó Taiwán, la isla democrática reclamada por el gobernante Partido Comunista del continente como su propio territorio.
China tenía otras prioridades. El gobierno del presidente Jiang Zemin se estaba preparando para celebrar el regreso de Hong Kong y quería asegurar la salida de Beijing del aislamiento diplomático después de su represión de 1989 contra las manifestaciones a favor de la democracia en la Plaza de Tiananmen. Gingrich, un impulsor de los lazos más estrechos entre Estados Unidos y China, acababa de ayudar en esa campaña al reunirse con Jiang en Beijing. China evitó un choque disruptivo con Washington.
Un cuarto de siglo después, las condiciones han cambiado drásticamente. El gobierno del presidente chino, Xi Jinping, es más rico, está más fuertemente armado y está menos dispuesto a comprometerse con Taiwán luego de informes noticiosos de que la actual presidenta, Nancy Pelosi, podría convertirse en la funcionaria estadounidense de mayor rango desde Gingrich en visitar la isla.
Beijing ve cualquier contacto oficial con Taiwán como un reconocimiento de su gobierno elegido democráticamente, que según la parte continental no tiene derecho a dirigir las relaciones exteriores.
El momento se suma a la presión política, se espera ampliamente que Xi intente adjudicarse un tercer mandato de cinco años como líder del partido en una reunión en otoño. Eso podría socavarse si los rivales pueden acusar a Xi de no ser lo suficientemente duro frente a lo que consideran una provocación estadounidense.
Pelosi todavía tiene que confirmar si visitará, no obstante, Beijing advierte sobre “medidas enérgicas”, incluida una acción militar si lo hace.
Estados Unidos “no debe hacer arreglos para que Pelosi visite Taiwán”, señaló el martes un portavoz del Ministerio de Defensa chino, Tan Kefei.
“Si Estados Unidos sigue adelante con esto, el ejército chino nunca mirará y no hará nada”, indicó Tan, “Tomará medidas enérgicas para frustrar cualquier interferencia externa y planes separatistas para la ‘independencia de Taiwán’ y defender resueltamente la soberanía nacional y la integridad territorial”.