Muchos coinciden en una crítica contra Musk: “El magnate quiere atención, no libertad de expresión”, tituló The Atlantic en un duro artículo esta semana. The Guardian llamó a Musk “el absolutista de la libertad de expresión”. Y así, varias críticas fueron en este sentido.
Musk tiene una fortuna de 264,9 millones de dólares. ¿Por qué pagaría 54.20 dólares por cada acción de Twitter para terminar por desembolsar 43 mil millones en total?
Aquí aparece la insistente militancia por la libertad de Musk: primero, en la encuesta que tuiteó para consultar si Twitter se adhiere a estos principios. Luego fue más allá y preguntó a sus seguidores sobre si Twitter debería ser “de código abierto”, es decir, accesible y modificable por todos, o no.
Una cosa es la libertad de expresión que en Estados Unidos garantiza, protege y custodia dura la primera enmienda de la Constitución norteamericana, y otros los términos y condiciones de una red social.
Son muchos los expertos que coinciden en que una compra por parte de Musk le jugaría muy en contra a la red social. ¿Las razones? En primer lugar, los analistas de mercados insisten en que el precio es bajo. “Twitter vale más de 43 mil millones de dólares” fue uno de los comentarios más leídos en los círculos de analistas de Wall Street.
Pero hay otro problema de fondo. Fred Wilson, un inversor de la compañía, dijo que más allá del dinero que se ponga sobre la mesa, no es buena idea que Twitter sea “controlado por una sola persona”. Así, no son pocos los que señalan que, a fin de cuentas, Musk logró lo que quería, sea que Twitter acepte o no la oferta: estar, una vez más, en el centro de la discusión.