Canadá, con sus vastos paisajes y rica diversidad cultural, no se caracteriza por una única cocina nacional, sino por una fusión de tradiciones que reflejan la historia y la multiculturalidad de su gente. Desde las raíces indígenas hasta las influencias europeas y asiáticas, la gastronomía canadiense ofrece una experiencia única que varía de costa a costa.
La comida canadiense está profundamente marcada por la diversidad de sus habitantes. Las comunidades indígenas han revitalizado sabores ancestrales, presentándolos en nuevas formas, mientras que inmigrantes de todas partes del mundo han incorporado sus tradiciones culinarias, creando cocinas diaspóricas que ahora forman parte del paisaje gastronómico nacional. En ciudades como Toronto, la cocina china rivaliza con la de Hong Kong, mientras que platos del sur de Asia, Portugal o Ucrania conviven armónicamente en restaurantes y hogares.
Uno de los símbolos más conocidos de Canadá es la poutine, originaria de Quebec. Esta combinación de papas fritas, requesón y salsa ha evolucionado con influencias multiculturales que la enriquecen: desde versiones con carne ahumada judía hasta variantes haitianas o vietnamitas.
En el terreno dulce, destacan las colas de castor, una masa frita cubierta con ingredientes dulces, y las barras de Nanaimo, un postre sin cocción de tres capas: base de migas de galleta graham y coco, relleno de crema pastelera con mantequilla, y cobertura de ganache de chocolate. Estas últimas se popularizaron a nivel nacional tras aparecer en el libro de cocina oficial de la Expo 86 y se asocian estrechamente con la ciudad de Nanaimo, en la isla de Vancouver.
Otro postre tradicional es el pouding chômeur, creado durante la Gran Depresión, que combina masa de pastel horneada en jarabe caliente, generalmente de arce. También sobresalen las tartas de mantequilla, rellenas de una mezcla dulce y mantequillosa, con o sin pasas o nueces pecanas, especialmente populares en Ontario.
Recetas tradicionales con historia
Entre los platos más antiguos figura la sopa de guisantes partidos, elaborada con guisantes amarillos y cerdo, consumida desde el siglo XVII. Otro plato histórico es la tourtière, un pastel de carne típico de Quebec, con relleno de carne y especias como clavo y nuez moscada, consumido en celebraciones navideñas.
El bannock, pan tradicional de las Primeras Naciones, puede prepararse frito, al horno o en sartén, y se sirve en muchos festivales y restaurantes indígenas, como Salmon n’ Bannock en Vancouver o Bannock Express en Saskatoon.
También sobresalen los pierogis, muy populares en las provincias del oeste, especialmente entre comunidades ucranianas y polacas. Estos se sirven con crema agria, tocino o rellenos dulces como bayas de Saskatoon.
Platos como los donairs de Halifax, con carne especiada en pan pita y una salsa dulce a base de leche condensada, han sido reconocidos como comida oficial de esa ciudad desde 2015. En Alberta, se celebra la herencia ucraniana con la estatua de pierogi más grande del mundo, en el pueblo de Glendon.
Las hamburguesas de bisonte, con su sabor más terroso y menos graso, también forman parte de la cocina indígena y son comunes en las praderas canadienses. Algunos restaurantes, como el Feast Café Bistro en Winnipeg, las sirven en pan de bannock con ingredientes locales como arándanos silvestres.
Montreal también aporta platos icónicos como la carne ahumada al estilo judío, que se sirve en sándwiches con pan de centeno y mostaza, y los bagels de Montreal, hervidos en agua con miel y horneados en horno de leña, diferenciándose notablemente de los de Nueva York.
Clásicos modernos y populares
Algunos productos cotidianos también tienen su lugar en el corazón de los canadienses. Las papas fritas con kétchup son un sabor exclusivamente canadiense, disponibles en cualquier supermercado y conocidas por dejar los dedos teñidos de rojo. Y, por supuesto, el jarabe de arce, el producto culinario más emblemático del país, utilizado tanto en postres como en platos salados, como el salmón glaseado Una golosina tradicional hecha con este jarabe es el caramelo de nieve, que se prepara vertiendo jarabe caliente sobre nieve para formar un dulce pegajoso y enrollable.
La gastronomía canadiense no se puede resumir en un solo plato. Refleja su geografía, historia y composición social. Desde el bacalao salado de los marineros franceses hasta los bagels de inmigrantes judíos, pasando por las recetas ancestrales indígenas y los sabores del mundo traídos por generaciones de inmigrantes, cada plato cuenta una historia. En lugar de una definición cerrada, Canadá ofrece una mesa abierta al mundo, en la que todas las culturas tienen un lugar.
Redacción de: Karen Rodríguez A.