La economía de China registró una desaceleración en agosto, prolongando la debilidad en la actividad industrial, las ventas minoristas y el sector inmobiliario, según los datos oficiales publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas. Estos resultados aumentan la presión sobre el gobierno chino para que implemente medidas de estímulo más agresivas en su intento por reactivar el crecimiento económico tras los estragos de la pandemia de COVID-19.
El crecimiento de la producción industrial se ralentizó, con un aumento del 4.5% interanual en agosto, una cifra inferior al 5.1% registrado en julio. Del mismo modo, las ventas minoristas, un indicador clave del consumo interno, subieron solo un 2.1%, por debajo del 2.7% de julio, reflejando una demanda débil en un contexto de incertidumbre económica.
El sector inmobiliario, que ha sido uno de los pilares de la economía china durante años, sigue en crisis. La inversión en bienes raíces cayó un 10.2% en los primeros ocho meses del año en comparación con el mismo período de 2022, lo que agrava las dificultades financieras de los promotores y añade presión a las autoridades.
Declaraciones oficiales
Liu Aihua, economista jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas, reconoció los desafíos: “Los impactos adversos derivados de los cambios en el entorno externo están aumentando, y la demanda sigue siendo insuficiente en el país”, señaló en una conferencia de prensa. Liu también destacó que la recuperación económica sostenida de China enfrenta múltiples dificultades, tanto internas como externas.
La inversión en activos fijos, que incluye infraestructura y otros proyectos clave para la economía, creció un 3.4% de enero a agosto, pero esto también refleja una ligera desaceleración respecto al 3.6% registrado en los primeros siete meses del año.
Además, los datos mostraron un aumento del 0.6% en el índice de precios al consumidor (IPC), impulsado en parte por el encarecimiento de los alimentos debido al mal tiempo. No obstante, el IPC básico, que excluye alimentos y energía, subió solo un 0.3%, la tasa más baja en más de tres años, lo que subraya la falta de presiones inflacionarias en la economía.
Este contexto refuerza la expectativa de que Beijing aumente el gasto y adopte más políticas de estímulo para impulsar la demanda interna. Hasta el momento, los esfuerzos por estimular el crecimiento han resultado insuficientes, mientras persisten los efectos de la pandemia y las incertidumbres globales siguen afectando la recuperación.
La ralentización de la segunda mayor economía del mundo es motivo de preocupación a nivel internacional, dado el papel crucial de China en los mercados globales.
Redacción de: Karen Rodríguez A.