El destino de los combatientes ucranianos que se rindieron después de resistir los ataques a la fábrica de acero de Mariupol pendía de un hilo el jueves, en medio de temores internacionales de que los rusos puedan tomar represalias contra los prisioneros.
El Comité Internacional de la Cruz Roja recopiló información personal de cientos de soldados (nombre, fecha de nacimiento, pariente más cercano) y los registró como prisioneros de guerra, como parte de su función para garantizar el trato humano de los prisioneros de guerra en virtud de los Convenios de Ginebra.
Amnistía Internacional informó en un tuit que los soldados ucranianos ahora son prisioneros de guerra y, como tales, “no deben ser sometidos a ninguna forma de tortura o malos tratos”.
El gobierno de Ucrania expresó su esperanza de un intercambio de prisioneros, sin embargo, las autoridades rusas han amenazado con investigar a algunos de los combatientes de Azovstal por crímenes de guerra y llevarlos a juicio, calificándolos de “nazis” y criminales.