Decenas de personas evacuaron dos pueblos en la principal isla de Kyushu, en el sur de Japón, donde un volcán arrojó cenizas y grandes rocas al cielo nocturno.
Grandes rocas cayeron hasta 2,5 kilómetros (1,5 millas) del volcán Sakurajima el domingo por la noche en la prefectura sureña de Kagoshima. Las imágenes de la televisión pública NHK de Japón mostraron llamas anaranjadas cerca del cráter y humo oscuro con cenizas que se elevaba por encima de la cima de la montaña.
La Agencia Meteorológica de Japón elevó la alerta de erupción al nivel más alto de cinco y aconsejó a 51 residentes en dos pueblos frente al volcán que abandonaran sus hogares.
El lunes por la mañana, 33 de ellos abandonaron sus hogares para ir a un centro de atención de ancianos en una parte más segura de la región. NHK señaló que otras personas podrían haber evacuado a otros lugares.
“Pondremos la vida de las personas en primer lugar y haremos todo lo posible para evaluar la situación y responder a cualquier emergencia”, señaló a los periodistas el subsecretario en jefe del gabinete, Yoshihiko Isozaki. Hizo un llamado a los residentes para que presten mucha atención a las actualizaciones de las autoridades locales para proteger sus vidas.
Por otra parte, se vio una capa de ceniza en los automóviles en Kagoshima, pero no se han reportado daños ni heridos. Las escuelas en el área están en receso de verano, sin embargo, cierran los lunes para clubes y actividades extracurriculares.
JMA advirtió sobre la posibilidad de que caigan rocas volcánicas dentro de los 3 kilómetros (1,8 millas) del cráter y el posible flujo de lava, ceniza y gas abrasador dentro de los 2 kilómetros (1,2 millas).
Las posibilidades de erupciones violentas más explosivas eran bajas, no obstante, los residentes aún deben estar atentos a la caída de rocas, aludes de lodo y flujos piroclásticos, indicó Tsuyoshi Nakatsuji, funcionario de la JMA a cargo de la vigilancia del volcán. También aconsejó a los residentes cerrar las cortinas y mantenerse alejados de las ventanas, que podrían romperse por la fuerza de una erupción.
