Exhaustos por más de dos años de la pandemia de COvid-19, los trabajadores de la salud en todo Canadá están lidiando con las salas de emergencia inundadas de pacientes en medio de una oleada de enfermedades en el verano.
Algunos hospitales infantiles en el país están funcionando con tasas de ocupación de más del 100 por ciento en medio de un aumento de enfermedades virales que generalmente se observan en otoño e invierno.
La aparición de virus respiratorios distintos del COVID-19 y la falta de acceso a la atención primaria está impulsando el aumento de las visitas a la sala de emergencias, indican los trabajadores de la salud.
“Lo que está sucediendo en este momento en las salas de emergencia de todo el país es realmente una tormenta perfecta”, expresó la Dra. Ann Collins, expresidenta de la Asociación Médica Canadiense (CMA) y médica de familia semi-retirada en Fredericton, Nuevo Brunswick.
“Estamos viendo una mayor demanda de servicios de sala de emergencias por parte de muchas personas diferentes en todo el país”, agregó.
En Ottawa, CHEO, uno de los centros de investigación y hospitales pediátricos más grandes del país, la ocupación en mayo y junio fue la más alta registrada en esos meses en el hospital.
“Por lo general, todos los días, particularmente en nuestras salas de medicina para pacientes hospitalizados, nuestras salas de salud mental tenían una ocupación del 100 % o más”, señaló Tammy DeGiovanni, vicepresidenta sénior de servicios clínicos y directora ejecutiva de enfermería de CHEO.
Por otra parte, en el Hospital for Sick Children (SickKids) en Toronto, las familias que buscan atención en persona también enfrentan largas demoras en las salas de emergencia.
“Nuestro departamento de emergencias está bastante abarrotado. Es probable que sea un 20 por ciento superior a lo que teníamos antes de la pandemia, lo cual es un gran salto con respecto a los volúmenes que estábamos viendo durante la pandemia”, explicó el Dr. Jason Fischer, jefe de división de medicina de emergencia de SickKids.
Así mismo, el Dr. Fischer dijo que los volúmenes eran inusuales para esta época del año, con niños que llegaban con síntomas clásicos de enfermedades virales, que no son COVID, como fiebre, tos, resfriado, diarrea y vómitos.