En diciembre del año pasado, el primer ministro Justin Trudeau, encargó a través de una carta a la presidenta de la Junta del Tesoro, Mona Fortier, que creara un programa de salud mental dirigido específicamente a los trabajadores afrodescendientes. Con un presupuesto de 3.7 millones de dólares, el programa tendría una duración inicial de cuatro años.
La idea surgió, tras una demanda colectiva presentada el año 2020 contra el gobierno federal. El reclamo alegaba que desde 1970, alrededor de 30 mil trabajadores federales afro-canadienses perdieron oportunidades y beneficios por el hecho de ser negros. Fueron incluidas otras 15 mil personas que afirman que nunca fueron contratadas por su raza.
Pasados algunos meses de la implementación del programa, un grupo de trabajadores federales afrodescendientes acusa al gobierno de Ottawa de racismo y amenaza con abandonar el plan de acción de salud mental, destinado justamente a los empleados federales afro-canadienses.
En una carta enviada el mes pasado al director de recursos humanos de la Junta del Tesoro, el Caucus Federal de Empleados Negros afirma que los trabajadores apoyaban los esfuerzos para enfrentar el racismo en el sector público, sin embargo, tras meses de de trabajar en equipo, concluyen que la propuesta no está alcanzando los objetivos trazados.
Más aún, acusan a los representantes del gobierno, de flagrante odio contra los negros en su lenguaje y también de negociar de mala fe. Afirman asimismo, que cuando se trata de trabajadores negros, el empleador envía información incorrecta y desactualizada. Finalmente expresan, que el grupo se va a reunir y decidir si debe retirarse o no del proceso a apenas seis meses de haberse integrado. La desilusión es grande, manifestaron.
Redacción de: J.Bendezu, LJI Reporter
