Israel ha intensificado sus ataques aéreos y operaciones terrestres en Siria, avanzando hacia una zona desmilitarizada tras la caída del régimen de Bashar al-Assad. El gobierno israelí ha afirmado que estas acciones buscan evitar que activos militares y armas caigan en manos de grupos extremistas, pero han generado condenas internacionales y preocupación regional.
En este escenario, el ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, confirmó que las fuerzas armadas han destruido gran parte de los activos militares sirios, incluidos sistemas de defensa aérea y posibles sitios de armas químicas. Katz subrayó que la intención es establecer una “zona de defensa libre de amenazas terroristas” en el sur de Siria, sin presencia israelí permanente.
Sin embargo, informes contradictorios han surgido sobre el alcance de estas operaciones. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos y otros medios locales han reportado que las tropas israelíes han avanzado hasta 25 kilómetros de Damasco, lo cual fue negado por el ejército israelí. Según un portavoz militar, las tropas están estacionadas únicamente dentro de la zona de amortiguación establecida tras la Guerra de Yom Kipur en 1973.
Contexto del derrocamiento de Assad y transición política en Siria
El derrocamiento de Bashar al-Assad tras casi 14 años de guerra civil marca un punto de inflexión en Siria. El gobierno transitorio, liderado por Mohammed al-Bashir, busca estabilizar el país, mientras la vida en Damasco comienza a normalizarse. Mercados, bancos y comercios han reabierto, y el ambiente en la capital refleja una mezcla de optimismo cauteloso y alivio tras años de represión. Mientras tanto, el gobierno transitorio tiene hasta marzo para consolidar el poder, pero enfrenta grandes desafíos, incluidos posibles conflictos internos y la reconstrucción de una nación devastada.
La incursión israelí ha suscitado fuertes críticas de países como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Turquía, que acusan a Israel de aprovechar la crisis siria para expandir su influencia y violar el derecho internacional. La ONU también condenó las operaciones, señalando que constituyen una violación del acuerdo de retirada de 1974.
La situación en Siria, con el vacío de poder tras la caída de Assad y la incursión israelí, plantea incertidumbre sobre la estabilidad regional. Las acciones de Israel, que históricamente ha intervenido en conflictos vecinos bajo el pretexto de seguridad, podrían exacerbar las tensiones con grupos insurgentes y países aliados de Siria, como Irán y Rusia.
Al mismo tiempo, el futuro del gobierno transitorio y la influencia de facciones como Hayat Tahrir al-Sham (HTS) serán determinantes para el rumbo de Siria. La comunidad internacional enfrenta el reto de garantizar que la transición no derive en un nuevo ciclo de violencia y extremismo en la región.
Redacción de: Karen Rodríguez A.