Con las nuevas medidas de restricción en Ontario, son muchas las empresas que han tenido que volver a cerrar sus puertas como prevención contra el COVID-19; entre estas, la industria del fitness se encuentran entre los sectores más afectados y es comprensible que los propietarios, el personal y los asistentes se sientan extremadamente desalentados.
Si bien algunas empresas están haciendo todo lo posible para promover opciones de comida y bebida para llevar y entrega a domicilio de maneras nuevas y creativas, e incluso abriendo sus patios al aire libre en enero, los gimnasios no tienen alternativas similares, a menos que los miembros quieran comenzar a hacer ejercicio al aire libre en -19ºC. Si bien las instalaciones al aire libre están técnicamente permitidas, hay otras formas en que los gimnasios pueden permanecer abiertos para un servicio en persona selecto en este momento.
Bajo las nuevas restricciones, hay una advertencia que permite que “los atletas entrenen para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos”, así como “ligas deportivas profesionales y amateurs seleccionadas” para entrenar en interiores. También está el hecho de que los gimnasios pueden permanecer abiertos para atender a cualquier persona que experimente una discapacidad tal como se define en la Ley de Accesibilidad para los Ontarianos con Discapacidades de 2005 (AODA), que puede incluir, como señaló un gimnasio en Stoney Creek, Ontario, “aquellos que tienen condiciones o lesiones permanentes o temporales, y aquellos que tienen una condición de impedimento mental, trastorno mental o discapacidad del desarrollo”.
Las personas que cumplan con este criterio deberán tener una nota de un profesional de la salud calificado y regulado y no deben poder acceder a la fisioterapia necesaria en otro lugar, señala la provincia en su sitio web.
Inevitablemente, puede haber unas pocas empresas seleccionadas que intenten explotar esta brecha en las restricciones, al igual que aquellas que optaron por permanecer abiertas para las operaciones normales a pesar de las medidas de bloqueo anteriores en la pandemia, cuando la gente quizás estaba menos enojada por las órdenes que ahora.
